El padre de la fotografía la bautizó inicialmente con el nombre de “heliografía”.
Niépce obtuvo las primeras fotografías exponiendo placas metálicas a la
luz de sol. Por eso al procedimiento utilizado lo llamó heliografía,
del griego helios (“sol”) y grafía (“escritura” o “dibujo”). El nombre
definitivo de fotografía se lo debemos a Sir John F.W. Herschel, que
acuñó el término en 1839.
El primer libro ilustrado con fotografías se titulaba Pencil of Nature (“El lápiz de la Naturaleza”).
Fue publicado en Londres entre 1844 y 1846, en seis entregas. Su autor,
Henry Fox Talbot, anunciaba en sus páginas “el inicio de un nuevo arte”
y mostraba sus potenciales aplicaciones en ciencia y tecnología.
La fotografía forense nació en 1866, fundada por el escocés Allan Pinkerton.
Pinkerton,
que tras mudarse a Estados Unidos se convirtió en el primer detective
de Chicago, puso en práctica la fotografía criminal para reconocer a los
delincuentes, disciplina que posteriormente sería llamada fotografía
judicial y a la que hoy se conoce como fotografía forense. Su objetivo
es mostrar detalladamente aquello que escapa a la inspección ocular.
"Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto" fue el eslogan con
el que se puso a la venta la primera cámara de fotos “popular”.
Se trataba de una cámara muy manejable, comercializada por la Eastman
Kodak Company, que se vendía en 1888 cargada con un carrete de 100 fotos
y lista para utilizar. Una vez usada se enviaba a la casa Kodak, que
extraía el carrete, revelaba las fotos y las devolvía junto a la cámara
nuevamente cargada. Con su llegada al mercado el uso de la fotografía se
extendió a toda la población.
Los niños muestran un talento natural como fotógrafos.
Esa fue la conclusión de un estudio realizado en 2002 por la
Universidad de Birmingham, Reino Unido. Los investigadores también
comprobaron que el motivo escogido por los “fotógrafos infantiles”
evoluciona con la edad. Así, los niños de cuatro años eligen fotografiar
elementos emocionales, como sus padres, o imágenes visualmente
estimulantes con colores brillantes. A partir de los once años se
observa una tendencia a tomar las imágenes de espacios abiertos y
naturales, buscando elementos “estéticamente atractivos”. Y al alcanzar
la adolescencia, la fotografía se convierte en una actividad social más
que les ayuda a relacionarse con los amigos.
El primer producto fotosensible que se utilizó fue el betún de Judea.
Este alquitrán natural, conocido desde la antigüedad, era obtenido
originalmente de la superficie del Mar Muerto, donde emerge
continuamente del fondo. En el siglo XIX se empezó a extraer también de
las rocas bituminosas. Tradicionalmente se utilizaba para embalsamar las momias egipcias,
para calafatear los barcos o para hacer nivelaciones en Babilonia. Y
Joseph Niépce comprobó que entre sus múltiples propiedades también
estaba la sensibilidad a la luz. En efecto, el betún endurece y se
blanquea al recibir luz, aunque necesita muchas horas de exposición. Por
eso la primera fotografía de la historia tuvo que permanecer expuesta
al sol durante 8 horas.
Robert Capa fue el fotógrafo de guerra más famoso del siglo XX.
Cuando estalló la Guerra Civil española se trasladó a nuestro país
convirtiéndose en testigo directo de la contienda desde el lado
republicano. Una de sus fotografías, “El soldado caído” (conocida
también como “Muerte de un miliciano“), se convirtió en un icono de la
contienda se hizo mundialmente famosa. En ella Capa logró recoger el
momento preciso en que el miliciano Federico Borrell muere en Cerro
Muriano, en el frente de Córdoba, el 5 de septiembre de 1936, tiroteado
por un francotirador.
Ver la fotografía de la persona amada reduce el dolor.
Explorando el cerebro de 15 voluntarios con ayuda de resonancia
magnética, Arthur Aron, profesor de psicología en la Universidad de New
York, ha demostrado que las áreas del cerebro activadas al ver la foto
de tu pareja pueden reducir el dolor hasta en un 44%, tal como lo hace
el paracetamol.
Autor del post: Francisco Javier Guevara Herráez
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