La fotografía publicitaria ha sido uno de los géneros fotográficos más difundidos y usados durante el siglo XX, convirtiéndose en el recurso de diseño más usado para campañas publicitarias de todo tipo, desde su utilización meramente comercial para la venta de productos o el posicionamiento de marcas, hasta el uso como vehículo de transmisión de ideas y mensajes en la propaganda.
Su poder está en captar a través de una bonita o divertida imagen la atención del espectador, logrando el efecto de impacto y shock nombrado por Roland Barthes en su libro Mitologías.
La imagen fotográfica se ha convertido en un potente condensador de la significación y la edificación de los mitos en la sociedad moderna. No en vano se dice que posmodernismo es el reino de la imagen y el consumo, en donde la ciudad se transforma en un todo visual de carteles comerciales que venden los más variados productos.
En la fotografía publicitaria, por un lado se debe comunicar con eficacia el producto y por otro lado, debe tener un fuerte valor de atracción para lograr los objetivos comerciales, que no son otra cosa que el aumento de ventas. Otro valor que cumple la fotografía publicitaria es el de convertirse en vehículo o materialización de ciertas ideas y mensajes. Bennetton es un claro ejemplo de algunas reflexiones a las que nos somete la fotografía publicitaria con una conceptualización humana y comprensiva, a pesar de que este ejemplo no se repite mucho ya que en este tipo de fotografía prima más el poder atractivo del producto que la transmisión de valores sociales.
Autora del post: Carla Del Río Carvajal
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